Un dragón y yo

Y pues así todo inició, arrastrada a la entrada de un sueño, en el cual casi no podía percibir que estaba inmovilizada. Y aún ahora, a veces las palabras se quedan atrapadas; aún a estas alturas me llego a sentir agitada. Casi no he de recordar qué fue primero y qué después. Pero si podría asegurar que existen impresiones, de dos adormilados en la barra de la cocina. Y que aún en las noches parecen dos ladrones. Que el temblor del frío bajo el agua, lo sentiría cualquiera que entre en la bañera. Y qué jamás ha habido dos fantasmas más especiales que hayan embrujado esa casa en aquel planeta. De esos que utilizan canciones como conjuros de amor, que retumban desde el mar hasta la luna. La que alumbra únicamente dos ciudades y para que no se enteren todos, reparte solo dos mensajes. A estos espectros los persiguen instantes de amor y dolor, que una vez convirtieron en complicidad; La que cesó de una sola vez para no sentir la distancia que inventaron por inseguridad. Un día el viento removió el camino de vuelta. El hilo de plata que tendía olvidado ahora quiere que me de cuenta, que el conjuro de obscuridad al fin encontró la luz que una vez brilló; en las escaleras de la casa embrujada por un dragón y yo.