En el espacio infinito,
Se columpian mis deseos;
Cada estrella de la noche,
Guarda en ella mis trofeos.
Y mi amigo el alfarero,
Va abrigando su temor;
Con sus límites y bloques,
Me pregunta por amor.
Y entonces la vida,
Un juego algo atroz;
Vivencias, mentiras,
Son leyes de dos.
Y el miedo se asoma,
Perpendicular;
Sin color ni aroma,
Pretende asustar.
En el esplendor divino,
No hay vislumbre, todo es luz;
Tú eres parte del invicto,
De un innato ser sin cruz.
Walter Daniel Tomeo