Ojalá y entendiéramos que el universo es algo tan vasto y misterioso como lo es nuestra propia existencia.
La tierra es un pañuelo comparado con las vestimentas brillantes y más inteligentes que hay en otros mundos, frecuencias y dimensiones invisibles al ojo físico.
Ojalá y entendiéramos que nuestro origen es más espiritual que físico, que nuestro creador es energía, benévolo y siempre presente pero lo que siempre está ausente es nuestra percepción y visión. Las buenas noticias son que vamos evolucionando con los años de esta tercera dimensión y nuestro entender se expande y se conecta a la unidad del ser donde tu y yo y el ave y el árbol y el sol y el mar somos uno en esencia y originados para vivir una existencia eterna por medio de aprendizaje y experiencia.