Fue en el infinito inmenso,
Que esa nube aterrizó;
Desperté con gran suspenso,
Mi alma se inmovilizó.
Un ángel del cielo sus brazos abrió,
Sonrió y en el sueño despacio me habló;
Me dijo: “No temas tu ser me llamó,
Este es el momento que tu alma sembró.”
Indestructible energía,
Floté con alas de expresión;
Respiré en sí mitología,
Viví mi pura introspección.
Sus ojos de estrellas,
Mi enorme emoción;
Con tantas centellas,
Sentí protección.
Walter Daniel Tomeo